Translate

martes, 29 de octubre de 2013

Anhelo de verano

Pasearte.
Con la punta de mis dedos.
Dibujar un espacio al final de tu espalda
en que habitarte.
Construir en mis labios
un reloj inmóvil.
Dejarme ir,
escalarte hasta la línea de tus ojos.
Descubrir tus remolinos
y aquietarlos con mi pelo.
Soportar el peso de tus hombros.
Susurrar sobre tu pecho,
respirar despacio en tus sueños.
No despertarte nunca,
de puntillas.
Convencerte.

lunes, 12 de agosto de 2013

No hay melodía


Soy una cavidad,
el hueco en el que olvido...

Mis manos de papel se rompen.
Mi lengua se ha deshecho,
Mis pies son de granito.

Un paso es decidir.

Sin fuerzas permanezco,
en los huecos de tu aliento
y de rodillas.

No hay casi luz. Sin luna.
No puedo. Nada.

Y vomito...
     vuelvo a descubrir el llanto
            intento recobrar mi sitio,
                   recordar,
                        respirar alivio.

Este vacío pesa en mí una noche entera.

Quiero olvidar, volar;
despedir este miedo, combatir.

Pero tiemblo, horrorizada de mi misma.
Descanso un minuto en el que huyo
para borrar mi propio nombre...

...una cavidad sin fondo,
el agujero de lodo
en el que escribo.

No hay melodía en la noche que me acalle.
que ahogue el hedor,
 los gritos.


Ritual de noches cálidas

Llega despacio, inquieto.
La mirada turbada y esquiva.
Acaricia el borde de la mesa
y se sienta distante,
las piernas cruzadas.

Un susurro apenas,
una caricia que acompaña su cuerpo,
el saludo medido.

Comenzamos.
El ritual es siempre el mismo:
palabras vacías mientras recobra la calma,
mientras sopesa los espacios y el silencio del tiempo.

En un instante concreto
se llenan sus ojos.
Su risa camina de nuevo.
Sus manos se acercan a mi,
poco a poco.

Ha vuelto.
Otra vez.
Jamás para siempre.

Acaricia mi pelo casi sin hacerlo.
Pretendemos los dos el ayer,
olvidar lo que somos.

La luz...
El final de la noche.
El adiós que llega y me llena de dudas.

Dejo caer la máscara
cuando no puede verme.
Me prometo a mi misma
que la próxima vez
no habrá una vez próxima.

Ha amanecido
y yo sigo despierta.
La mirada turbada y esquiva.
Su nombre en el borde del labio.
El ritual que siempre cumplimos,
despacio el silencio.


miércoles, 5 de junio de 2013

Columnas y pergaminos

Ellos hablan,
de las historias que saben
y sus sombras repiten.
Sólo escucho ecos
de lo que nosotras somos...


Mientras, yo,
escondida en tinta,
oculta en otros ojos,
me escribo cada noche
de palabras que olvido,
inenarrable,
imposible de entender,
inacabada.

Aún así
quiero hallarte de piedra
 inmutable,
más eterna que yo
que envejezco,
que cambio...
Me extingo.

Agarrarme a ti
cuando de mi ya no haya nada,
llamarme salvaje,
reconocerte mía,
saber al fin algo de mi que es tuyo.

Pregunto dónde estas en mí ahora
y a tientas me recorro.
Me leo, me toco y
por fin te descubro
en un rincón acurrucada.

Y sin embargo...

De columnas antiguas
y de pergaminos,
de hogueras,
de laurel seco,
de hojas amarillas
me alcanzo solamente.

Una loba acorralada y con bozal de oro.
Soy un espejismo, artificial, palabras.

Descubrirte
en mis dedos,
comprender tu nombre
es lo que intento.

  Y aún por despecho,
    por descuido,
     no te hallo.

Temiendo la oscuridad que te cobija,
pequeñita,
comienzo a balbucearte.
Asustada de mi propia voz,
me llamo mujer por fin,
aún con dudas.

jueves, 16 de mayo de 2013

Evocación de la tristeza

Quisiera empezar recordándote,
llamarte amor,
llenarme de ternura.

Recordarte en primavera
cubierta de flores.
Hacerte de rayos de sol y de olas.

El tiempo, que sabe de ti más que los hombres,
te construye de engaños cada vez que puede.

Sé que son para ti los nidos olvidados,
el vacío de las páginas en blanco,
los diarios arrojados a las llamas,
el lamento oscuro de los lobos.

No eres sólo de hombres, no,
pero no descubro nunca dónde vives.

Sé que, visitante siempre,
caminas con los pies descalzos;
acechas tras los recodos del pasillo
en cada puerta entrecerrada,  vacilante,
escondida en cada nana que te escucho.

Paseas entre los dedos desnudos que me tocan hoy,
llamando a los de antes y a los que he anhelado.

Reconozco que eres fiel.
Te oigo por las noches descender desde el tejado,
acercarte a mi oído para susurrar sus nombres.
Lo que queda.

Cada instante que rodeas mi memoria
se hace eterno.

Te confundes con el aire en mis pestañas.
Evocarte es sólo poder hablar de tu perfume.

martes, 5 de marzo de 2013

Últimas palabras

Es el invierno frío, me digo,
el espasmo de vida que no llega.

Los ojos  altos, para perderme,
los pies hundidos.

Un recuerdo de tu risa congelada.

Palabras en que olvidarme
  se levantan en mis hombros.
    Dibujan un precipicio.

Arrugada la lengua de llamarte.

Revientan los poros que me aguantan,
que sujetan el aliento que mastico,
que no quiero,
que no es mío.

Me descubro de sombras que se arrastran,
de un viento gris hecho de grietas,

del reflejo en tus ojos tristes, grises,
que se extinguen,
un bostezo con el que acabarse,
un sosiego de aguas estancadas,
un bulbo podrido.

He dejado a las letras ir cayendo
 sólo vísceras y carne.

Ya no queda sangre en este invierno.
Sólo frío.


viernes, 4 de enero de 2013

La palabra es la piedra

La palabra es la piedra que busca ser ancla
y que se sabe lanzada contra aguas oscuras y hondas.
Puede recordar que ayer fue mariposa
y ayer también, en otro ayer, llegó a ser tigre.

Sabe que a veces se queda callada y pequeña,
que a veces se esconde.

Siempre es presente y se sabe ya vieja y usada,
pendiente del último bostezo gritado a la noche...
 un reflejo de prisas, de labios, de otros,
 olvidada y perdida en el aire que arrastra.

La palabra es la piedra que cargo en mis hombros;
no he podido evitar esta noche nombrarte.
Yo podría olvidar,
pero ella se sabe desnuda por siempre, por todos.
Pretender disfrazarla es negarme,
ignorar que solo soy un balbuceo,
destrozar el instante infinito que calma.


Contigo el tiempo es injusto,
 encadenada a la piedra a la mariposa, al tigre que fue,
a los días, a los vientos, a las aguas que miro.
Encadenada a mí que te abuso.
qué feliz debes sentirte cada vez que me callo y te pierdo.
¿Quién soy yo,
más allá de mis manos que quieren tocarte,
más allá del GRITO escrito aquí, herido?
 ¿Quién soy,
a parte del punto con el que enmudezco y quedo a la deriva?
¿quién,
contigo nada más y sin saber ya qué decirte?

Anhelo ser un ancla y olvidar el tiempo.