Sí, confieso.
He escuchado mil veces tu voz,
y el espacio entre nuestros pasos
ha sido violado mil veces,
cada vez que huelo a tí, diría.
Sí, confieso.
A veces en la noche sueño
cosas prohíbidas,
ni siquiera de tí, cosas robadas,
ni siquiera en silencio, me cuentan.
Y sé que estás aquí, en cualquier parte todavía.
Pido que el tiempo te derrumbe
y no acepto consejos.
Escupo en los espejos
que muestran tu imagen enemiga
y huyo de las sombras que proyectas
y escapo una vez y nunca de las grietas
que recubren mis paredes.
Confesar sirve de poco, me pregunto.
Sin embargo, sigo hablando para tí.
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