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miércoles, 11 de abril de 2012

La leyenda de la mujer frágil

Hoy también tengo miedo de la noche, de cerrar los ojos, de rendirme. Entonces llegan ellos, los otros, los otros yo que no conozco y me inundan de palabras, de imágenes, de olores. Tan real como esto mismo, como estas palabras, este olor lejano a sueño en infusión, este murmullo que has dejado tras la puerta.

Hoy dormiré sola, aún más. Y el tiempo juega a dilatarse. Se esconde tras los segundos de la noche, plástico como nunca, implacable como siempre. ¡Qué tiranos son los colores de mis mundos! A veces quiero pensar que esos sueños son los de otro, sueños que se han colado a través de las grietas de las paredes, que han huído de aquel que los ha creado para buscar un lugar que conquistar, despoblado, vacío como vacía  estoy yo misma ahora, hace tiempo, expuesta a la intemperie, frágil. 

Cuando quieras volver ya me habré ido. Correré las cortinas, vaciaré los jarrones de flores muertas, me llevaré conmigo todos mis lunares, destrozaré con los dientes cada una de las palabras que te dije. Le contaré al viento mentiras, le diré que nunca te quise, que me quedé por olvido. Tal vez deje mi olor tras de mí  para que te castigues, para que recuerdes el color de mi pelo también y sientas que me escapé entre tus dedos. Cuando tú quieras ya no estaré esperándote, y dejaré al descubierto todos los huecos que llené con esté cuerpecito. Me creerás mucho más alta y más fuerte, mis manos serán más largas porque llegaré a tocar tu corazón con un suspiro cada vez que intentes olvidarme. Seré yo esta vez quien cierre puertas, seré yo quien pare de dar cuerda a los relojes. Y cuando mañana amanezca y quieras abrir las ventanas, no quedará ni un sólo cristal en esta casa que pueda reflejarte. Me los habré llevado todos conmigo, para dejarlos luego ir uno por uno en cada baldosa por la que me iré caminando.

Cuando quieras volver a mi cama, a nuestra cama, yo ya no seré más para ti. Quizá creas verme aún , lo que parece mi cara, y mi pecho, y mis labios. Sin embargo, ya no estaré más aquí, no podrás alcanzarme. No hay traición que valga, te he avisado aunque no quieras escuchar. Desapareceré en cuanto acabe de parpadear al final de éste, el último punto.

Lady Godiva- John Collier

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