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martes, 11 de diciembre de 2012

Nana de la niña perdida

A dormir, y a soñar
 con cosas bonitas, con cosas de risas,
 de flores, de amor, de colores
  y música.

Eres hermosa, eres inteligente,
 eres buena, eres amada.
Recuérdalo,
 aunque no te lo diga nadie nunca.

A soñar, mi niña, sueña
 con tiernos abrazos, con el
 mar tranquilo y la brisa
 fresca en la mañana, con
 el olor a pan y el primer
 helado del verano, con las
 risas de los niños inmensas
  y puras.

Eres valiente, eres fuerte,
 eres sensible... eres la rosa
 que un pequeño príncipe quiere
  y cuida en la distancia.
Recuérdalo,
 aunque nunca lo encuentres.
Recuérdalo,
 aunque quieran borrarlo de tu cuerpo,
 aunque los cañonazos intenten despertarte
 y el silencio de la soledad te apriete el pecho.

A dormir, y a soñar cosas bonitas, mi niña.
Deja que te acunen mis versos.


domingo, 4 de noviembre de 2012

Somos el río que invocaste, Heráclito

Somos el río que invocaste, Heráclito.
Somos el tiempo. Su intangible curso
acarrea leones y montañas,
llorado amor, ceniza del deleite,
insidiosa esperanza interminable,
vastos nombres de imperios que son polvo,
hexámetros del griego y del romano,
lóbrego un mar bajo el poder del alba,
el sueño, ese pregusto de la muerte,
las armas y el guerrero, monumentos,
las dos caras de Jano que se ignoran,
los laberintos de marfil que urden
las piezas de ajedrez en el tablero,
la roja mano de Macbeth que puede
ensangrentar los mares, la secreta
labor de los relojes en la sombra,
un incesante espejo que se mira
en otro espejo y nadie para verlos,
láminas en acero, letra gótica,
una barra de azufre en un armario,
pesadas campanadas del insomnio,
auroras, ponientes y crepúsculos,
ecos, resaca, arena, liquen, sueños.
Otra cosa no soy que esas imágenes
que baraja el azar y nombra el tedio.
Con ellas, aunque ciego y quebrantado,
he de labrar el verso incorruptible
y (es mi deber) salvarme.

Jorge Luis Borges

jueves, 1 de noviembre de 2012

Vergüenza


En los sueños aparece tan nítido tan real...
 Yo ya no sé más donde vivir.

Cuando cierro los ojos y me hundo en mis sueños,
confundo realidad y muerte.
Junto a los vivos con los que ya murieron
y pienso que han muerto los que todavía viven.
¿y yo? ¿qué queda de mí en este cuerpo?
Creo que me he escapado de él con tanta lágrima.

Pienso en reescribirme, ser un personaje literario.
Temo convertirme en algo dramático, pesado,
gris, atormentado... uno de tantos.
 No sé si sabré escribir de risas, de ilusiones.
Si me atreveré a soñar con ser feliz, si lo merezco.
Me siento sola, más que antes, desde luego.
Ellos están en mi, ¿verdad?

¡Dónde encontrar un pedazo de sonrisa con el que levantar mis ojos del suelo!
Lo busco entre estas líneas,
en las que quiero soltar el miedo, la vergüenza de estar triste,
 yo, sólo alguien más que la corriente arrastra.



sábado, 27 de octubre de 2012

Me invadirá la noche

Tengo miedo de que el tiempo me arrebate lo que me queda de él,
que se lleve en cada instante un poco más lejos su recuerdo.
Cada día que pasa, cuando llega la noche, cerrar los ojos duele.
Y esta noche tiene una hora más que nos separa,
Ya no puede acariciarme, no puedo acurrucarme en su pecho y mirarnos. Son imágenes de sus poderosas manos, de sus ojos inevitables lo que temo perder. Su voz y sus palabras mañana quizá suenen extrañas porque habré olvidado su color rasgado y su timbre grave. Habré olvidado el hombre mayor y complejo que fue.
Olvidar sus ojos me da pánico. Porque hay otro ahí fuera que tiene su nariz, sus manos. Un ser extraño. Pero nadie tiene los ojos que tenía mi abuelo, no. A veces parece, por esos ojos mágicos, que él nunca formó parte de este mundo. La memoria juega traviesa con nuestros recuerdos. Algunas veces logra sorprenderme con una imagen olvidada que rompe mi corazón. Pero no son sólo imágenes las que vienen a herirme, es también el silencio. Eso es la muerte, para mí. Desde niña me acomodaba en su pecho y oía su corazón. Mi abuelo era un sabio aunque él nunca lo supo. Oía su corazón, sí, el mismo que fue apagándose, tan fuerte como era. Cuando dejó de latir llegó el silencio. Cuando se apaguen sus ojos, me invadirá la noche.



lunes, 23 de abril de 2012

Mujer peinándose

Slewinski, mujer peinándose
Mcgregor Paxton, Chica peinándose

"Sobre una torre había una mujer, de túnica blanca, peinándose la cabellera, que le llegaba a los pies. El peine desprendía sueños, con todos sus personajes: los sueños salían del pelo y se iban al aire."
                                     Eduardo Galeano
 

Renoir
el poema de la mente...
Wallace Stevens
El poema
de la mente en el acto de hallar
Lo que habrá de bastarle. No siempre hubo de hallar:
La escena era precisa: repetía
Lo que había en el guión.
Entonces el teatro
Cambiaba en algo más. Y su pasado era un recuerdo.
Picasso

Ha de vivir. Saber el habla del lugar.
Ha de encarar a los hombres del tiempo,
Hallar a las mujeres del tiempo; pensar acerca de la guerra
Degas

 Y hallar lo que habrá de bastarle. He de
Edificar un escenario nuevo, estar sobre el escenario
Y, tal actor insaciable, lentamente y con
Meditación decir palabras que en el oído
En el más delicado oído de la mente, repitan
Exactamente lo que quiere oír, en cuyo
Sonido, un invisible auditorio escucha
No la pieza, sino a sí mismo, expresada en una
Emoción como de dos personas, como de
Moronobu

Dos emociones convirtiéndose en una. El actor es
Un autor metafísico en lo oscuro, tañendo
Un instrumento, tañendo tensas cuerdas que producen
 Sonidos que atraviesan súbita equidad, que contienen
En su totalidad la mente, debajo de la cual no puede
Descender, fuera de la que no habrá de subir. Debe
Ser el encuentro de una satisfacción, y
Quizá de un hombre patinando, una mujer que baila, una
Mujer peinándose. El poema del acto de la mente.

Mujer de la axila rubia peinándose la cabellera al resplandor de las estrellas- miro

miércoles, 11 de abril de 2012

La leyenda de la mujer frágil

Hoy también tengo miedo de la noche, de cerrar los ojos, de rendirme. Entonces llegan ellos, los otros, los otros yo que no conozco y me inundan de palabras, de imágenes, de olores. Tan real como esto mismo, como estas palabras, este olor lejano a sueño en infusión, este murmullo que has dejado tras la puerta.

Hoy dormiré sola, aún más. Y el tiempo juega a dilatarse. Se esconde tras los segundos de la noche, plástico como nunca, implacable como siempre. ¡Qué tiranos son los colores de mis mundos! A veces quiero pensar que esos sueños son los de otro, sueños que se han colado a través de las grietas de las paredes, que han huído de aquel que los ha creado para buscar un lugar que conquistar, despoblado, vacío como vacía  estoy yo misma ahora, hace tiempo, expuesta a la intemperie, frágil. 

Cuando quieras volver ya me habré ido. Correré las cortinas, vaciaré los jarrones de flores muertas, me llevaré conmigo todos mis lunares, destrozaré con los dientes cada una de las palabras que te dije. Le contaré al viento mentiras, le diré que nunca te quise, que me quedé por olvido. Tal vez deje mi olor tras de mí  para que te castigues, para que recuerdes el color de mi pelo también y sientas que me escapé entre tus dedos. Cuando tú quieras ya no estaré esperándote, y dejaré al descubierto todos los huecos que llené con esté cuerpecito. Me creerás mucho más alta y más fuerte, mis manos serán más largas porque llegaré a tocar tu corazón con un suspiro cada vez que intentes olvidarme. Seré yo esta vez quien cierre puertas, seré yo quien pare de dar cuerda a los relojes. Y cuando mañana amanezca y quieras abrir las ventanas, no quedará ni un sólo cristal en esta casa que pueda reflejarte. Me los habré llevado todos conmigo, para dejarlos luego ir uno por uno en cada baldosa por la que me iré caminando.

Cuando quieras volver a mi cama, a nuestra cama, yo ya no seré más para ti. Quizá creas verme aún , lo que parece mi cara, y mi pecho, y mis labios. Sin embargo, ya no estaré más aquí, no podrás alcanzarme. No hay traición que valga, te he avisado aunque no quieras escuchar. Desapareceré en cuanto acabe de parpadear al final de éste, el último punto.

Lady Godiva- John Collier

miércoles, 28 de marzo de 2012

Autumn Leaves

La tristeza latente me acecha.
En la ducha, por la noche,caminando.

Como una cadencia eterna es tu recuerdo;
el corazón se sobresalta a cada imagen,
el sueño cede espacio al viento, a la locura.

Busco tu mármol para acurrucarme
y acaricio otra vez las letras de tu nombre,
la fecha en que te fuiste,
los versos que te lloran.

Me agarro a ti bailando, a los dos,
dejándome ir callada
pensando en que te alcanzo.

En el reflejo de mis propias venas
pienso en tu corazón cansado.
Me duelen los ojos de abrazarte fuerte.

 Apagándome
canto, grito, parece que me rompo.
Me agrieto y escapo por cada ranura.

Bajo mi pecho la lápida cruje.
Quizá también gritas abajo tú, tan quieto.

En medio del blanco,
los mil colores de las flores que te traigo.
Brillantes aún, sin saberse ya cortadas y caducas.

sábado, 10 de marzo de 2012

Doble vida

Quién sabe si cada vez que aparece
     una carta extaña en un buzón,
          un sobre abierto hacia el vacío,
                el amor corre.
Beatriz, Rossetti
Si en cada sueño en el que lloro,
      si cada instante en el que olvido,
            pierdo una parte de mi que
                aún no conozco.

¿Cuál es la diferencia entre unas campanas
       en el medio de la noche
             o el viento recorriendo entre tus dedos
                 un final anticipado?

Un momento inconstante ante los atrevidos ojos
        de aquel que pretende asustarlo
             ¿Quién se pierde sin moverse?
                   Nadie hay.

Los perros ladran en mi mente
         cuando oyen que te acercas.