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domingo, 4 de noviembre de 2012

Somos el río que invocaste, Heráclito

Somos el río que invocaste, Heráclito.
Somos el tiempo. Su intangible curso
acarrea leones y montañas,
llorado amor, ceniza del deleite,
insidiosa esperanza interminable,
vastos nombres de imperios que son polvo,
hexámetros del griego y del romano,
lóbrego un mar bajo el poder del alba,
el sueño, ese pregusto de la muerte,
las armas y el guerrero, monumentos,
las dos caras de Jano que se ignoran,
los laberintos de marfil que urden
las piezas de ajedrez en el tablero,
la roja mano de Macbeth que puede
ensangrentar los mares, la secreta
labor de los relojes en la sombra,
un incesante espejo que se mira
en otro espejo y nadie para verlos,
láminas en acero, letra gótica,
una barra de azufre en un armario,
pesadas campanadas del insomnio,
auroras, ponientes y crepúsculos,
ecos, resaca, arena, liquen, sueños.
Otra cosa no soy que esas imágenes
que baraja el azar y nombra el tedio.
Con ellas, aunque ciego y quebrantado,
he de labrar el verso incorruptible
y (es mi deber) salvarme.

Jorge Luis Borges

jueves, 1 de noviembre de 2012

Vergüenza


En los sueños aparece tan nítido tan real...
 Yo ya no sé más donde vivir.

Cuando cierro los ojos y me hundo en mis sueños,
confundo realidad y muerte.
Junto a los vivos con los que ya murieron
y pienso que han muerto los que todavía viven.
¿y yo? ¿qué queda de mí en este cuerpo?
Creo que me he escapado de él con tanta lágrima.

Pienso en reescribirme, ser un personaje literario.
Temo convertirme en algo dramático, pesado,
gris, atormentado... uno de tantos.
 No sé si sabré escribir de risas, de ilusiones.
Si me atreveré a soñar con ser feliz, si lo merezco.
Me siento sola, más que antes, desde luego.
Ellos están en mi, ¿verdad?

¡Dónde encontrar un pedazo de sonrisa con el que levantar mis ojos del suelo!
Lo busco entre estas líneas,
en las que quiero soltar el miedo, la vergüenza de estar triste,
 yo, sólo alguien más que la corriente arrastra.